sábado, 26 de mayo de 2012

Basilia cumple 101 años. ¡FELICIDADES!

(fuente: http://eldiadigital.es/not/53813/basilia_cumple_101_anos/)

Natural de El Pozuelo de la Sierra, esta mujer que trabajó durante años de pastora, segadora y hornera, ahora residente del Hogar San José, mantiene intacta la cabeza y el apetito

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Basilia Escalera Martínez, en la terraza del Hogar San José. / Saúl García

¿Cuál es el secreto para cumplir 101 años y estar bien de salud? Basilia Escalera Martínez (El Pozuelo de la Sierra -Cuenca-, 1911) asegura que no hay ningún secreto, aunque, creyente como es, considera que si ha sobrepasado los cien es “porque Dios lo manda”. Tiene algunos dolores, “eso siempre, pues ya no se quitan”, sobre todo en las piernas, típicos de la edad, que ella achaca a su juventud de pastora (llegó a tener un rebaño de doscientas ovejas a las que conocía “una a una, como ellas a mí”) y cuidadora de otros animales (no olvida a una vaca que en una ocasión la arrastró varios metros por el suelo), además de segadora y hornera. Ha sido operada de los tiroides y toma alguna pastilla para la tensión, pero poco más: “El corazón debo tenerlo bien, así que no me quejo”. Lo dice sentada en la terraza del Hogar San José, donde reside desde hace siete años no porque sus hijos (tiene dos) no estuvieran dispuestos a cuidar de ella, sino por que ella lo quiso así. Estaba decidida y aquí estoy muy bien”, asegura.

De acorde con sus años lleva una vida sencilla: “Comparto habitación con otras dos mujeres pero yo me levanto la que más tarde, a las siete o siete y cuarto, porque uso faja -esas cosas de la Serranía-, lo que implica un trabajo, pero me arreglo sola. A la misa (08.45 horas) acudo puntual y luego desayunamos. Yo tomo leche sola, sin azúcar, con un poco de pan”. Tras ello hay unos momentos para la dispersión, cuando charla con otras residentas, pasea por las amplias instalaciones del Hogar San José o sale a tomar el aire a la terraza. A la una del mediodía es la comida, a la que siempre acude con apetito. “Yo soy de tomar todo lo que me dan: no dejo nada en el plato. Incluso si sobra pan, aunque se quede duro lo mojo al día siguiente”. El pescado no está entre sus alimentos preferidos; los embutidos, sí. “Lo que más me gusta, el jamón y los chorizos. Viene de que en El Pozuelo he criado muchos 'gorrinacos'. También me gusta mucho el morteruelo y la carne que eche sangre”. Come con agua, aunque de vez en cuando, como el día de su 101 cumpleaños, cuando uno de sus hijos la invitó a un restaurante, se bebió una cerveza sin alcohol.

Las tardes son tranquilas en la residencia. “A veces veo algo la tele, pero poco: si acaso bailes, nada de tristezas”. Cuando se organiza algún baile ella es de las primeras en animarse. “Me agarro con quien sea”, reconoce. Pero si falta la música, lo mismo le puede dar por realizar unas suaves flexiones contra una barandilla o ensayar unos pasos militares, aprendidos de uno de sus hijos, a cuya jura de bandera presidida por el rey Juan Carlos I acudió en su día. También le gusta mucho la radio, su gran compañera durante los años que vivió sola antes de entrar en el centro de mayores. Es un aparato que ahora comparte con sus dos compañeras de habitación. “La ponemos al acostarnos a eso de las nueve y media. A mí sobre todo me gusta cuando hablan del campo, de si va a llover o a nevar”.

La noticia más triste de su vida fue la muerte de su marido, a los 55 años. “Nunca quise tener novios, porque los novios atan a las mujeres: solo he querido a mi Ángel”. Pero, con dos hijos varones, tres nietos, una nieta, dos biznietos y dos biznietas, Basilia se siente una mujer afortunada y querida por los suyos, repartidos por buena parte de España (Tarragona, Baleares, Zaragoza...) a quienes les va bien pese a la crisis. No les falta el trabajo como tampoco ella dejó de trabajar hasta bien entrada en años. “Lo que me da pena es no haber ido nunca a la escuela. Conocí a una maestra que me decía que me hubiera ido bien, porque yo siempre he tenido buena cabeza, pero en mi pueblo íbamos todos de pastores. Luego mis hijos han seguido mis consejos de estudiar, de ser buenos, de no fumar ni irse de fiesta por ahí, de ser hombres”.

El reloj marca la una del mediodía, así que Basilia se levanta de la silla y se encamina, ágil para su edad y con buen apetito, hacia el comedor. Allí tomará asiento y esperará a que le sirvan el menú del día. Si toca carne, en especial jamón o chorizo, seguro que no le sobrará pan para mañana.

En el comedor del Hogar San José. / Saúl García

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