Articulo de opinión en el corresponsal de Cuenca.
http://www.elcorresponsal.es/modules.php?name=News&file=article&sid=1403
EL CORRESPONSAL: Cuenca. E. C. Fue en el periodo de la Restauración, transcurrido durante el último cuarto del siglo XIX y hasta la II República Española aunque probablemente hasta que estallara la Guerra Civil, cuando se instauró en España el sistema caciquil como herramienta de aseguramiento del resultado electoral en una etapa convulsa y democráticamente descompuesta, con la reciente implantación del sufragio universal masculino. El cacique, tanto liberal como conservador, enclavado sobre todo en el ámbito rural del centro y Sur de la Península, se erigió, con el beneplácito e impulso del Gobierno Central, en la figura más abyecta, despreciable, manipuladora, injusta y antijurídica, pieza clave de un tejido cuasiadministrativo cuyo fin fundamental, como ya he dicho antes, era proveer de votos al partido del que dependiera. Así las cosas, una vez cumplida su función, el cacique se situaba por encima de Alcaldes, jueces e instituciones de las más recónditas localidades, como dueño y señor de tierras y gentes apocadas, sometidas y analfabetas, utilizando el amedrantamiento de la población mediante el uso de la fuerza si fuese necesario y el retorcimiento de la ley para disponerla a su servicio. Desde entonces y hasta nuestros días todos pensamos que el sistema caciquil se perdió en el transcurso de la Historia de España pero hete aquí que la pasada semana descubrimos con estupor que el cacique sigue existiendo y prolifera en los mismos recónditos lugares en los que floreció a principios del siglo pasado. El cacique ya no manipula los resultados electorales porque no puede, pero si utiliza su “poder” para atraer los votos no dudando en insinuar chantajes y sutiles advertencias pero sobre todo, sigue siendo el jefe de la tribu al servicio del partido, que necesitándolo para sus candidaturas lo protege y cuida. Nuestro cacique en cuestión se llama Bernardido Sanz y es el alcalde del El Pozuelo de la Sierra. Este sujeto pretende echar de pueblo al concejal del PP D. José Luis Rey García y no duda en utilizar todo tipo de procedimientos legales, alegales, ilegales y paralegales con fin de conseguir lo que se ha propuesto. El único delito de José Luis ha sido enfrentarse al cacique en los últimos comicios y no comulgar con las imposiciones prepotentes y soberbias del Alcalde. Por todo lo demás, ha levantado un negocio que nadie quería, pues regentar el bar de un pueblo de 50 habitantes y todos o casi todos jubilados no es precisamente una bicoca. Casarse, empadronarse en el pueblo y crear un puesto de trabajo haciendo con su negocio una labor casi social y ganarse honradamente la vida de este modo, es todo lo que se le puede achacar al ahora concejal del PP. Ha decidido el cacique rescindirle los contratos de arrendamiento del bar y de la vivienda que en su día el Pleno municipal que el mismo dirigía y dirige, firmó unánime y gustosamente; coacciona a sus conciudadanos para que no consuman en el bar, le denuncia ante la Guardia Civil y convoca un Pleno para echarle. Detrás de todo esto parece que existe un interés personal para poner a otra persona de su confianza en lugar del concejal de PP. La última de sus hazañas ha sido remitirle un oficio instándole a elegir en el plazo de diez días entre ser concejal o seguir en el bar y la vivienda. No es normal que estas cosas ocurran pero ocurren y más de lo que podríamos imaginar pues a raíz de este hecho surgen otros. Cuando alguien denuncia este tipo de abusos, quienes están subyugados ante estos personajillos deleznables y abusones que haciendo de su capa un sayo se adjudican potestades que no les corresponden, se liberan y elevan a pública su protesta. Esto es lo que está pasando en otro pueblecillo de Cuenca, concretamente en Abia de la Obispalía en el que otro absolutista dirige su Taifa como si fuera el jardín de su casa pero este es todavía peor y más malo, actuando directamente contra otro concejal del PP. Ya les iremos informando. Resulta curioso que en ambos casos los dos alcaldes caciques pertenezcan al PSOE, que el partido perfecto conocedor de la situación pierda una gran oportunidad para hacer gala de tanto TALANTE como predica el iluminado de la paz, permaneciendo en silencio ante tamañas injusticias.No menos sorprendente es que el PP en lugar de sacar las uñas y poner a disposición de sus representantes políticos, víctimas de estas injusticias, todos los medios políticos y jurídicos de que disponen, los abandonen a su suerte conformándose con las explicaciones del contrario. Con esta actitud conseguirán que D. José Luis, siga ganándose su pan pasando olímpicamente del partido. El PSOE no los abandonaría de ese modo sino que pondría en marcha toda su maquinaria político-mediática para defender a sus correligionarios y aprovechar para lanzar tremebundo ataque en la línea de flotación de su adversario. En cualquier caso, que no le quepa la menor duda al cacique de el Pozuelo, que no le va a resultar fácil echar del pueblo a José Luis y que si finalmente ocurre, tendrá que ser un Tribunal quien así lo determine pues aunque el poder de los alcaldes es inmenso, omnímodo y desproporcionado, no permitiremos que este tipo de actitudes resulten gratuitas y mucho menos que pasen inadvertidas.
http://www.elcorresponsal.es/modules.php?name=News&file=article&sid=1403
EL CORRESPONSAL: Cuenca. E. C. Fue en el periodo de la Restauración, transcurrido durante el último cuarto del siglo XIX y hasta la II República Española aunque probablemente hasta que estallara la Guerra Civil, cuando se instauró en España el sistema caciquil como herramienta de aseguramiento del resultado electoral en una etapa convulsa y democráticamente descompuesta, con la reciente implantación del sufragio universal masculino. El cacique, tanto liberal como conservador, enclavado sobre todo en el ámbito rural del centro y Sur de la Península, se erigió, con el beneplácito e impulso del Gobierno Central, en la figura más abyecta, despreciable, manipuladora, injusta y antijurídica, pieza clave de un tejido cuasiadministrativo cuyo fin fundamental, como ya he dicho antes, era proveer de votos al partido del que dependiera. Así las cosas, una vez cumplida su función, el cacique se situaba por encima de Alcaldes, jueces e instituciones de las más recónditas localidades, como dueño y señor de tierras y gentes apocadas, sometidas y analfabetas, utilizando el amedrantamiento de la población mediante el uso de la fuerza si fuese necesario y el retorcimiento de la ley para disponerla a su servicio. Desde entonces y hasta nuestros días todos pensamos que el sistema caciquil se perdió en el transcurso de la Historia de España pero hete aquí que la pasada semana descubrimos con estupor que el cacique sigue existiendo y prolifera en los mismos recónditos lugares en los que floreció a principios del siglo pasado. El cacique ya no manipula los resultados electorales porque no puede, pero si utiliza su “poder” para atraer los votos no dudando en insinuar chantajes y sutiles advertencias pero sobre todo, sigue siendo el jefe de la tribu al servicio del partido, que necesitándolo para sus candidaturas lo protege y cuida. Nuestro cacique en cuestión se llama Bernardido Sanz y es el alcalde del El Pozuelo de la Sierra. Este sujeto pretende echar de pueblo al concejal del PP D. José Luis Rey García y no duda en utilizar todo tipo de procedimientos legales, alegales, ilegales y paralegales con fin de conseguir lo que se ha propuesto. El único delito de José Luis ha sido enfrentarse al cacique en los últimos comicios y no comulgar con las imposiciones prepotentes y soberbias del Alcalde. Por todo lo demás, ha levantado un negocio que nadie quería, pues regentar el bar de un pueblo de 50 habitantes y todos o casi todos jubilados no es precisamente una bicoca. Casarse, empadronarse en el pueblo y crear un puesto de trabajo haciendo con su negocio una labor casi social y ganarse honradamente la vida de este modo, es todo lo que se le puede achacar al ahora concejal del PP. Ha decidido el cacique rescindirle los contratos de arrendamiento del bar y de la vivienda que en su día el Pleno municipal que el mismo dirigía y dirige, firmó unánime y gustosamente; coacciona a sus conciudadanos para que no consuman en el bar, le denuncia ante la Guardia Civil y convoca un Pleno para echarle. Detrás de todo esto parece que existe un interés personal para poner a otra persona de su confianza en lugar del concejal de PP. La última de sus hazañas ha sido remitirle un oficio instándole a elegir en el plazo de diez días entre ser concejal o seguir en el bar y la vivienda. No es normal que estas cosas ocurran pero ocurren y más de lo que podríamos imaginar pues a raíz de este hecho surgen otros. Cuando alguien denuncia este tipo de abusos, quienes están subyugados ante estos personajillos deleznables y abusones que haciendo de su capa un sayo se adjudican potestades que no les corresponden, se liberan y elevan a pública su protesta. Esto es lo que está pasando en otro pueblecillo de Cuenca, concretamente en Abia de la Obispalía en el que otro absolutista dirige su Taifa como si fuera el jardín de su casa pero este es todavía peor y más malo, actuando directamente contra otro concejal del PP. Ya les iremos informando. Resulta curioso que en ambos casos los dos alcaldes caciques pertenezcan al PSOE, que el partido perfecto conocedor de la situación pierda una gran oportunidad para hacer gala de tanto TALANTE como predica el iluminado de la paz, permaneciendo en silencio ante tamañas injusticias.No menos sorprendente es que el PP en lugar de sacar las uñas y poner a disposición de sus representantes políticos, víctimas de estas injusticias, todos los medios políticos y jurídicos de que disponen, los abandonen a su suerte conformándose con las explicaciones del contrario. Con esta actitud conseguirán que D. José Luis, siga ganándose su pan pasando olímpicamente del partido. El PSOE no los abandonaría de ese modo sino que pondría en marcha toda su maquinaria político-mediática para defender a sus correligionarios y aprovechar para lanzar tremebundo ataque en la línea de flotación de su adversario. En cualquier caso, que no le quepa la menor duda al cacique de el Pozuelo, que no le va a resultar fácil echar del pueblo a José Luis y que si finalmente ocurre, tendrá que ser un Tribunal quien así lo determine pues aunque el poder de los alcaldes es inmenso, omnímodo y desproporcionado, no permitiremos que este tipo de actitudes resulten gratuitas y mucho menos que pasen inadvertidas.
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