(Tinajas es un pueblo de la Alcarria conquense a tan solo 60 km de El Pozuelo.)
Estas cosas no se olvidan en varias generaciones. Por eso,

En las declaraciones que tomó el comisario, enviado para este fin preciso por la Inquisición de Cuenca, encontramos hasta 34 testigos. No todos tenían experiencia directa de lo que atestiguaban, pero el número indica que el pueblo entero estaba pasando por momentos de tensión, de angustia y de terror.
Las acusaciones de brujería se hacían contra Catalina de León, casada con Domingo de Buendía, y contra sus hermanas Juliana y Ana de León. Resultaba también sospechoso un hermano de éstas, llamado Miguel de León. Si a esto se añade la fama que tuvo la madre, nos encontramos en presencia de toda una familia brujeril. A la cual probablemente se unían otros sujetos como se desprende de las deposiciones.
El protagonista y testigo principal era un mozo, Juan de Lete, hijo de Juan de Lete "el viejo". Este mozo trabajaba a sueldo, acaso de boyero. Al anochecer o más tarde se iba a dormir a una casa de sus amos, donde quedaba solo. Por eso la calle y la mansión ajena fueron los escenarios de sus temibles experiencias. Estas fueron cuatro principalmente. Así las recogió el comisario: "El 11 de febrero, a las doce de la noche, yéndose a acostar sintió ruido junto a la casa de Domingo de Buendía y vido un bulto medio blanco y, aunque lo procuró, no lo conoció, y fue a la casa que sospechaba que era la de Domingo de Buendía, y por una ventanilla tapada con un trapo vido a Catalina de León, su mujer, la cara muy negra, el cabello suelto, el pescuezo enjorguinado, y la oyó decir : ¡Ay qué dirán de mi!, y lo repitió por dos veces. Y tuvo por cierto que el traje era de bruja".
Otra noche, "por fin de agosto de 1640, a las once de la noche, vido 3 ó 4 bultos, con una luz cada uno, y uno (llevaba) un panderillo. Todos bailaban. No conoció a ninguna".
La tercera fue la más impresionante: "El 24 de septiembre a la noche entraron donde estaba

"Cuatro días después de aquella noche, entre las doce y la una de ia noche, estando en casa de su amo a la lumbre, oyó crujir la puerta de la calle y levantóse y vido a la puerta de la cocina a Juliana del mismo modo y le dijo: ¿Es posible, Juliana?. Y (ella) dijo: Por vida tuya, que calles. Y la quiso coger y se salió al portal, donde no se atrevió a salir, y no sabe por donde se fue. Y de allí a una hora llegó a la puerta de la calle y la halló cerrada con llave como la dejaron cuando se fueron a acostar sus amos".
Para corroborar lo depuesto por su hijo, María Gusano, madre del mozo, dijo que "vido las

Otro testimonio muy directo contra las hermanas fue el de Juan de Mialdea, afirmando que su hija Juliana, estando prometida a Bonifacio de Porras había prestado una aguja a Catalina de León y que, casándose ai poco tiempo por más de veinte días no pudieron realizar el acto matrimonial. Al devolverle luego la aguja Catalina le preguntó "Si era buena y, respondiéndole que sí, dixo . Pues tuya es, bien cara te cuesta. De donde sospechó el testigo que cuando le dio su hija la aguja hizo el hechizo", pues, según él, Catalina tenía fama de que "ligaba", es decir, que tenía el poder de impedir que hombres y mujeres se conociesen sexualmente.
Lo mismo había sucedido a Alejo López, el cual "aviéndole negado una hilaza a Catalina de León, que se la pedía, en mas de tres meses no pudo tratar con su mujer, ni ella con él y se quejaba dello y, pasados tres meses, trujo un jarro de vino de su casa y bebieron y pudieron".
Juan de Tondos tuvo otra amarga, aunque distinta, experiencia; "Porque no le pagaba el jornal trató mal de palabras a Juliana de León y ella le amenazó y de allí a ocho días se halló repiscado y que en más de ocho dias no estuvo en sí, ni se podía incar de rodillas". Y otro pobre hombre, por decir a Ana de León su opinión sobre ella, "desde aquel día nunca tuvo salud ni pudo trabajar".
Muchos testigos hablan de la opinión en que se tiene a las acusadas, de sus amenazas, de sus malos agüeros, de cosas anormales que están sucediendo en el lugar. Hubo quien sintió pelliz

Juan Gusano dijo que el año de 1637, día de la Cruz de Mayo, "vido a Miguel de León entrar en la iglesia y sacar algunos güesos del osario y le dixo para qué eran y le respondió que aun no tenía artos". Con esta chanza Miguel de León escapaba a la curiosidad del vecino, pero a Martín García le dio la explicación verdadera: "Que ara verdad que los había sacado y eran del espinazo, para ponérselos al cuello a unos cochinos para una enfermedad de gusanos".
Es muv elocuente el testimonio del cura del pueblo, por lo que después diremos. A 27 de noviembre le dijo Miguel de León: "Hanme dicho que en casa de v.m. está un comisario haciendo información contra Juliana, mi hermana, y hacerla contra ella es hacerla contra mí. Vuesa merced podrá excusarlo, que otros curas y pastores lo han entendido y por no poder probar nada, por no haberlo visto, lo an dejado pasar, y así v.m. lo ataje, si es posible, que para eso tengo yo mi haztenda y me la ha dado Dios y con justicia tengo yo de castigar a quien me ha hecho estos agravios".
Continuará
De Brujeria e Inquisición en Cuenca, por Dimas Pérez Ramírez, sacerdote, fue Profesor y Secretario del Seminario Menor de Uclés durante los diez primeros años de su creación. Es miembro de la Real Academia de las Artes y las Letras Conquenses y ha desarrollado una importante labor de investigación histórica con la publicación de varios libros y numerosos artículos en los medios de comunicación.
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